Preparación
Jugo de aloe: Es
la pasta que se obtiene macerando o rallando hojas completas, incluida
la piel, la pulpa y las espinas. Se machacan las hojas con un mortero , o
rallándolas y mezclándolas hasta obtener una pasta homogénea. También
se pueden hacer metiendo las hojas en la licuadora. Este preparado es
ideal para uso externo en forma de apósitos o de compresas que se
pondrán sobre llagas, quemaduras, heridas, urticarias, etc.
La pulpa:
Se prepara igual que el jugo y se le deja macerar. Se le
puede añadir alcohol u otros conservantes como el benzoato mono sódico,
ácido cítrico, glutamato de potasio etc. Se puede aplicar como tópico,
con un algodón o un hisopo, llegando a lugares a los que no se
alcanzaría con la hoja con las encías, caries, ventanas nasales.
Aplicado con compresas se utiliza como paliativo de las quemaduras
solares y diluida en agua hirviendo.
El zumo:
Se obtiene de la filtración de la pulpa y sirve para hacer
inhalaciones. Los excedentes sólidos de la pulpa que ha sido filtrada
sirven para preparar el aloe en polvo.
Polvo de aloe:
Se prepara con los residuos sólidos del jugo de aloe y
se hace dejándolos secar al sol o al horno suave, después se muele,
hasta que formen un polvo terroso. Sirve para hacer tisanas. El té se
prepara secando hojas enteras o en trozos y a continuación se muelen.
Las tisanas de aloe previenen los mareos producidos en los coches o en
los barco, también se utilizan en las crisis asmáticas y en los accesos
de tos.
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